La contaminación del aire urbano es un fenómeno que cada vez es más extendido hoy en día y obliga periódicamente a los diferentes municipios a tomar medidas para limitar el aumento de sus contaminación. Esta contaminación atmosferica no solo afecta a las personas, sino que los edificios también se resienten de esta contaminación. La contaminación se queda en la fachadas de muchos edificios en forma de las conocidas costras negras.
El ensuciamiento de fachadas de materiales pétreos, debido a los contaminantes de la atmósfera, es un fenómeno de transcendencia creciente y también suele ir asociado a otros procesos de deterioro de la piel de los revestimientos.
Su localización se concentra principalmente en la parte inferior de los elementos arquitectónicos que sobresalen y que se limita a las zonas que no se puede acceder al labado de agua de lluvia.
La consistencia de la escala es variable. Van desde los depósitos superficiales simples que se pueden quitar con un polvo rápido, formaciones y mucho más estrechamente ancladas a la superficie.
Si la fachada del edificio está cubierta con losas de piedra y se descuida el mantenimiento regular, es probable que experimente degradación bastante grave, desconchado, exfoliación e hinchamiento del material.
La desintegración de la piedra sometida al proceso conducente a las pérdidas cada vez más extensas, la exposición de las superficies antes no alterados por la contaminación, y terminan esporvele para provocar una nueva ronda de la degradación cada vez más malicioso e incisivo.
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