Los suelos de barro suelen ser los más olvidados en temas de limpieza, ya que no suelen estar tan presentes como hace algunos años en negocios, edificios, etcétera. Sin embargo, en construcciones antiguas o en casas de campo es muy normal ver este tipo de material.
Un suelo de barro o terracota bien cuidado luce muy elegante, además de sobrio y natural. El ejemplo de las casas de campo suele ser muy adecuado para describir este tipo de material, ya que es eso precisamente lo que transmite: naturaleza.
Contenido:
¿Qué características tiene el suelo de barro o terracota?
Los suelos de este tipo de material disponen de las tres siguientes características:
- Su color básico y característico es el tierra o marrón rojizo, similar a la arcilla.
- Su principal rasgo es la porosidad, algo que, si no se acaba con barniz o protección, puede comportar algunas problemáticas respecto a su mantenimiento.
- Referido al punto anterior, otra de sus características es su sensibilidad a ciertos ambientes húmedos, a la suciedad excesiva, a golpes, pisadas y a ciertas agresiones externas.
¿Cómo se puede limpiar una superficie de terracota o barro?
Primer paso: el decapado
En primer término, todo suelo de este tipo de material debe ser decapado. Esta técnica consiste en tratar la superficie con una máquina rotativa o un cepillo de cerdas duras, aplicándole un desincrustante y una cera, para crear una capa protectora.
El decapado eliminará manchas incrustadas y antiguas, señales, rayaduras e incluso posibles golpes que tuviera este suelo de terracota. De esta manera, la superficie quedará preparada para los siguientes pasos y la limpieza propiamente dicha.
Segundo paso: la limpieza
Una vez finalizado el decapado de este tipo de suelo, el siguiente paso es la limpieza. Para limpiar bien esta superficie, se debe tener muy en cuenta una de las características anteriormente mencionada: la porosidad de la terracota.
Esto implica que si las manchas llevan mucho tiempo en la zona, para extraerlas adecuadamente hay que reabrir el poro y limpiarlo en profundidad. La mejor mezcla para conseguir esta apertura es la siguiente: agua caliente y lejía o amoníaco a partes iguales.
El secreto está en aplicar esta mezcla y dejarla actuar por, al menos, 24 horas. No obstante, si los usuarios necesitan acortar el tiempo, una buena opción es utilizar polvo de talco o tierra de Marsella para la zona manchada. Una vez seco, se aspira todo el resto de estos productos y listo.
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