Seguro que desde niño has escuchado lo importante que es ventilar la casa, tanto de nuestras madres como de nuestras abuelas. ¿Sabes realmente por qué? Lo cierto es que pasamos entre el 80 y el 90% de nuestro tiempo en interiores, ya sea en nuestra casa o en nuestros lugares de trabajo.
La cuestión es que una casa mal ventilada puede tener consecuencias muy negativas para nuestra salud, especialmente si somos fumadores. Y es que la cantidad de contaminantes que hay en el interior puede llegar a ser 100 veces mayor que en el exterior. De hecho, existe una relación directa entre ciertas enfermedades respiratorias y la ventilación del hogar. Pero ademñas, una casa bien ventilada nos hace más productivos, nos ayuda a pensar con más claridad y hace que descansemos mejor por las noches.
Hoy en día, la normativa española exige que los nuevos edificios establezcan determinados sistemas de ventilación para garantizar la calidad del aire. El problema es que se trata de una legislación bastante nueva, lo que hace que la mayor parte de los edificios no cuenten con estos sistemas y que acumulen contaminantes como los siguientes.
- Partículas en suspensión: polvo, polen, pelo de animales, ácaros, etc.
- Agentes biológicos: los hongos, virus y bacterias se adhieren a las partículas en suspensión y pueden dar lugar a problemas respiratorios.
- Contaminantes químicos: CO2, CO, NOx o benceno, por ejemplo, procedentes de la combustión de vehículos, calderas, muebles, pintura o cigarrillos.
¿Cómo ventilar la casa adecuadamente?
Es importante que, al menos, ventiles la casa cada día unos 30 minutos. Eso sí, si es invierno, puede ser menos para que el ambiente no se enfríe demasiado. Para ello solamente tienes que abrir las ventanas, siendo recomendable hacerlo a primera hora de la mañana, ya que la contaminación de aire en este momento es menor y porque después de la noche el nivel de CO2 en el interior es mayor si las ventanas han estado cerradas.
No obstante, además de abrir las ventanas para ventilar la casa, es importante también tomar otras medidas para reducir al mínimo posible la cantidad de agentes contaminantes. Por ejemplo, fumando siempre en el exterior, teniendo una limpieza adecuada, comprando muebles de madera natural y utilizando pinturas ecológicas.